Sobre estos apuntes / Fichas de oralidad / Una historia de la narración oral / La figura del narrador oral
La actividad de La hora del cuento inició su andadura en Inglaterra y en los Países Nórdicos, y poco a poco fue extendiéndose por el resto de Europa y América. Hasta llegar a España en los años 30 del pasado siglo.
*Elena Fortún*, escritora que forma parte del canon de los autores españoles que escribieron para niños en S.XX, autora de varios personajes inolvidables (Celia entre otros) fue también narradora oral. Había estudiado Biblioteconomía, conocía la actividad de La hora del cuento, cada vez más difundida entre la cultura anglosajona, y sabía de las bondades del cuento contado no solo a través de la teoría sino también desde la práctica, pues ella también contaba: quizás todo comenzara cuando la autora andaba buscando cuentos tradicionales para modernizar en algunos textos de los que escribía, o quizás empezó a contar cuentos durante sus visitas como autora a los colegios o bibliotecas, o quizás, sencillamente, contaba cuentos y los niños la escuchaban, sencillamente.
Lo cierto es que antes de la Guerra Civil *Elena Fortún* impartió unas charlas a las bibliotecarias de Madrid sobre cómo contar cuentos. Después llegó la guerra y con ella el exilio, y fue en Argentina cuando, recogiendo las notas de sus charlas y añadiendo cuentos tradicionales para contar a niños (y agrupados por edades), elaboró el libro Pues Señor... cómo debe contarse el cuento y cuentos para ser contados, un hito en el oficio del narrador, pues es en el prólogo a este libro donde se habla de contar cuentos como una profesión, además de ser este libro nuestro primer manual sobre cómo contar.
Tras la Guerra Civil hubo quienes perseveraron en la continuidad de esta actividad que, lentamente, iba implantándose en bibliotecas. Es el caso de las Bibliotecas Populares de Madrid (hoy de la Comunidad de Madrid) y de otras bibliotecas y bibliotecarias como Concepción Carreras quien, en los años cuarenta, creó la costumbre de narrar cuentos en la biblioteca de Santa Creu (con el aliciente de que en ocasiones eran cuentos contados en catalán a pesar de la prohibición de la Dictadura: los cuentos como una forma de rebelión).
Esta actividad toma impulso en los años cincuenta y sesenta en la figura de *Montserrat del Amo*. Escritora y narradora oral, contaba cuentos a los niños en las Bibliotecas Populares de Madrid (hoy de la Comunidad de Madrid): importa resaltar la militancia de estas Bibliotecas Populares de Madrid en favor del cuento contado, su perseverancia y empeño fueron sustento imprescindible para mantener vivo el rescoldo de la palabra dicha y para su posterior crecimiento y desarrollo, nuestro oficio no sería lo que es sin bibliotecas como estas que han creído en el cuento contado desde mucho antes del resurgimiento de la profesión.
Como ella misma cuenta, Montserrat del Amo comenzó a contar en bibliotecas de Madrid acompañada por Mª África Ibarra e Isabel Niño y de Barcelona a mediados de los 50 del pasado siglo. *Puedes leer la transcripción donde lo cuenta aquí*.
*Montserrat del Amo* publicó, en 1964, La hora del cuento, nuestro segundo manual sobre cómo contar que, indudablemente, sirvió para la difusión de la actividad entre las bibliotecas y dio pistas a quienes querían preparar cuentos para contar.
De la introducción del libro entresacamos las siguientes líneas (p.6):
"El método más apropiado de que puede servirse un bibliotecario para extender la afición a la lectura entre los niños y comunicar una intensa vida a la marcha de la biblioteca infantil es la organización de «La Hora del Cuento».
Llamamos «Hora del Cuento» en una biblioteca infantil al espacio de tiempo que se dedique periódicamente y dentro del mismo edificio destinado a la lectura, a las narraciones orales a cargo del bibliotecario o persona por él designada, ante un auditorio más o menos numeroso y homogéneo, formado por lectores habituales de la biblioteca, o por otros niños que hayan sido especialmente invitados al acto.«La Hora del Cuento» tendrá distintos efectos en los niños que asisten a ella: En los más pequeños servirá para abrir nuevos cauces a su fantasía, en los medianos actuará como un estímulo inmediato a la lectura, mientras que ayudará a los mayores a definir sus propios gustos y aficiones, afinando su sensibilidad y madurando su juicio, pero en todas las edades servirá de enlace entre la vida personal de cada niño y el contenido de los libros.Organizándola debidamente y manteniéndola con constancia, pronto vendrá a ser «La Hora del Cuento» el alma que vivifique la marcha de una biblioteca infantil."
De donde se deducen las líneas claras de esta actividad: entra dentro del ámbito de la biblioteca, está dedicada a público infantil y tiene entre sus claros objetivos el de animar a leer.
A finales de los años setenta y principios de los ochenta ya está en plena ebullición la escuela (véase epígrafe correspondiente) y hay figuras de la talla de *Federico Martín Nebras* o *Ana Pelegrín* que entran a contar en las bibliotecas (una vez más en las Populares de Madrid).
También Ana Pelegrín "junto con un grupo de personas procedentes de sus talleres de expresión oral, colaboró con las Bibliotecas Municipales de Madrid en los años ochenta, organizando espectáculos infantiles de cuentos (populares y literarios)" (del libro de Marina Sanfilippo).
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En el curso 80/81, en la Comunidad Valenciana se están desarrollando programas continuados de animación a la lectura (entre cuyas actividades está la de narración oral), la persona que organizó todo esto fue Teresa Llabata, bibliotecaria de varias poblaciones del área metropolitana.
Es también a principios de esta década de los 80 cuando entra en escena una biblioteca que desde entonces se ha convertido en referente imprescindible para nuestro oficio, la Biblioteca Pública del Estado en Guadalajara, y con ella su directora, *Blanca Calvo*.
En 1982 nace el Seminario de Literatura Infantil y Juvenil de Guadalajara (SLIJGu) tras unas charlas sobre animación a la lectura realizadas en la Biblioteca a maestros y bibliotecarios de la zona. En ese mismo año, y como actividad del SLIJGu comienza la publicación del Boletín del seminario que dará paso a ¡Atiza!, una de las revistas pioneras en España en este ámbito. La cada vez mayor necesidad de aprender y compartir experiencias anima al SLIJGu a organizar en 1984 el 1er Encuentro Nacional de Animación a la Lectura (los encuentros se sucederán entre 1984 y 1996). A ese primer encuentro asistieron bibliotecarias, maestros, escritores, formadores y algunas personas que ya hemos ido citando en este somero estudio (*Federico Martín Nebras*, *Paco Abril*, etc.). Ya en ese primer encuentro tuvo un lugar destacado la narración oral, siendo *Estrella Ortiz* la encargada de dar voz a los cuentos (otra de nuestros pioneros).
Al igual que las Bibliotecas Populares de Madrid (hoy de la Comunidad de Madrid) fueron en su momento un lugar en el que confluyó la renovación pedagógica de las escuelas con la revitalización de las bibliotecas y con el cuento contado, es ahora esta BPE en Guadalajar, el SLIJGu y los Encuentros los que personifican la renovación que hará del cuento contado un huésped habitual entre sus actividades y espacios. Además será también punto de encuentro entre estas dos líneas: la escuela y la biblioteca, pues el SLIJGu estaba formado en sus inicios, básicamente, por maestros y bibliotecarios.
En el caso concreto del SLIJGu y de la Biblioteca Pública del Estado en Guadalajara, toda esta sinergia confluirá en el nacimiento y consolidación de una actividad que resultó fundamental para nuestro oficio: el *Maratón de los Cuentos de Guadalajara*, pero de ello hablaremos más adelante.
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A partir de los años 80 y, sobre todo, en los 90 del pasado siglo, la hora del cuento vuelve a las bibliotecas.
Mientras por un lado se van creando nuevas bibliotecas y renovando las ya existentes, consolidando así una notable red de bibliotecas públicas por todo el Estado (especialmente en algunas Comunidades); por otro lado surgen bibliotecarios cada vez mejor formados (y en continua formación) y con muchas ganas de hacer de la biblioteca un espacio vivo y público. Cada vez más bibliotecarias desarrollan actividades de animación a la lectura (v.g., la BPM de Villafranca de los Caballeros, en Toledo; o la BPM de Zuera, en Zaragoza) y cuentan cuentos regularmente (v.g., la BPM de Can Butjosa en Parets del Vallés, en Barcelona). De hecho aparecen algunas bibliotecarias que, fuera de su horario laboral, se dedican a contar cuentos de forma profesional (a principios de los 2000, por ejemplo, la A. C. Pirujas, de la BPM de Herencia, en Ciudad Real).
Según va avanzando la década de los 90 van apareciendo *programaciones estables de narración oral* en bibliotecas públicas, valga como ejemplo los cuentos contados todos los viernes del curso escolar en las bibliotecas municipales de Las Rozas (Madrid); esta tendencia se acelera y multiplica en la siguiente década, así aparecen actividades como "Días de Cuentos" organizada por la Biblioteca Insular del Cabildo de Gran Canaria que llevará los cuentos por toda la isla, o las sesiones de cuentos "Noches Inenarrables" de las bibliotecas municipales de Zaragoza (sesiones dirigidas a adultos), etc.
Un caso peculiar para la consolidación de "La hora del cuento" es el de las bibliotecas municipales de Coslada (Madrid) que, en octubre de 1998, deciden incluir en su plantilla (como personal laboral) a un cuentista profesional (Mercedes Carrión). Un caso del que hablaremos más adelante y que puede dar la medida del interés que despiertan en ese momento y la revitalización que experimentan los cuentos contados en las bibliotecas.
También las pequeñas bibliotecas tendrán posibilidad de llevar profesionales de la narración oral gracias a las ayudas y guías de recursos que van surgiendo con la intención de que las bibliotecas puedan realizar actividades de animación a la lectura. Destaca entre todas ellas la narración oral, inicialmente para niños pero que, con el paso de los años, va encontrando (también en bibliotecas) lugares para la narración con adultos. Como ejemplos de estas guías vayan estos dos: la Guía de Animación a la Lectura de Castilla La Mancha y los programas de narración oral del CAL en Andalucía.
Además de las actividades continuadas y de pequeño formato, hay también bibliotecas que organizan festivales de narración (v.g., la BPM de Liétor, en Albacete) o pequeños maratones (v.g., la BPM de Mota del Cuervo, en Cuenca) con muy buena aceptación por parte de usuarios y vecinos.
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Sin lugar a dudas la biblioteca es espacio natural para el cuento contado. Los libros toman voz y los cuentos se hacen palabra: la biblioteca es tierra de cuentos. Hoy en día no entenderíamos este oficio nuestro sin la paciente labor de las bibliotecas y las bibliotecarias que han dado importancia al cuento contado y han exigido profesionales capaces de hacer de la palabra dicha un saco de sueños, cuentos y emociones. Este oficio nuestro en España es lo que es gracias a esta labor perseverante y entusiasta de las bibliotecas de pequeños pueblos y grandes ciudades.
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Más en internet:
-sobre las bibliotecas populares.
Bibliografía:
*Dossier sobre Literatura Oral de la Asociación de Amigos del Libro (1995)*
-Montserrat del Amo, La hora del cuento, Servicio Nacional de Lectura, Madrid, 1964. [Disponible en la web]
-Elena Fortún, Pues Señor... cómo debe contarse el cuento y cuentos para ser contados, Olañeta.
-Marina Sanfilippo, El renacimiento de la narración oral en Italia y España (1985-2005), Fundación Universitaria España. [Disponible en PDF en la web]
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