Entrevista realizada en abril de 2011 para la revista MOSAICO, del IES Ana María Matute, de Cabanillas del Campo, Guadalajara.
[Debajo, la entrevista tal como aparece en la revista.]
¿Cómo se puede vivir “de cuento”?
Entrevista a Pep Bruno, narrador oral y escritor
Hola, me llamo María y vengo en representación de los alumnos del IES Ana María Matute, para realizarle una entrevista para la revista del centro. Nos interesa su trabajo ya que es un tanto peculiar, y queremos hacerle muchas preguntas.
Hola María. Sí, la verdad es que el mío es un oficio poco usual, pero es un oficio tradicional, quizás el más antiguo de todos los oficios. Sobre el nombre que más me gusta es el de cuentista, porque es una palabra con mucha historia en nuestra lengua aunque esté algo connotada. Me gusta, desde luego, mucho más que cuentacuentos, que es un calco semántico del inglés y que cada vez más tiene un sentido despectivo.
Mi oficio es, sencillamente, contar cuentos. Me pongo delante del público y me pongo a contar. Lo normal es que una sesión de cuentos dure unos 55 minutos, aunque en alguna ocasión he estado contando hasta dos horas y media. Eso es lo que se ve.
Lo que realmente es mi oficio son muchas horas cada día (todos los días, todos los meses, todo el tiempo) leyendo en busca de nuevos cuentos, escribiendo y preparando textos nuevos para contar. Ese es el trabajo “de cocina” que no se ve y que es, a veces, muy complicado. Es muy difícil dar con una buena historia para contar y dejarla bien pulida.
La verdad es que nunca había pensado que este sería mi oficio. La cosa fue sucediendo poco a poco, como sin querer (tiene una buena historia, la podéis encontrar aquí). Lo que sí tenía claro desde niño es que tenía cosas que contar (siempre dije que quería ser escritor), pero no sospeché que sería de esta manera.
Hasta que la cosa estuvo más o menos clara, y durante muchos años, estuve formándome: tengo tres carreras universitarias terminadas y una que empecé y no terminé, y todo esto mientras trabajaba (desde los quince años).
Sobre lo de darme a conocer... no he hecho nunca publicidad. La mejor publicidad ha sido haber hecho un buen trabajo, eso significaba que al siguiente año volvían a llamarte y que, además, te recomendaban a otras bibliotecas, teatros, cafés, colegios... el boca a boca es una excelente publicidad, pero claro, sólo funciona si tu trabajo funciona.
Es posible vivir de ello, yo lo hago. Pero somos muy pocos en España, calculo que dependiendo de la época entre 50 o 100 personas (estamos dentro de la media europea de 2 cuentistas por millón de habitantes). Vivir de un oficio es también algo relativo: depende de cuánto necesitas para vivir. Yo no necesito mucho y, además, mi sueldo no es el único que entra en mi casa (eso es importante).
También es difícil decirte cuánto gano, porque hay meses como enero o febrero en los que gané 300 euros cada mes y meses como marzo en el que gané 3000, eso depende de la época del año: hay meses con mucho trabajo y meses con menos (más o menos: medio año de mucho trabajo y medio año de muy poco trabajo).
Pero eso no es importante, porque cuando viajo menos (y gano menos) paso más tiempo en casa y me dedico a preparar nuevos cuentos (así pues, estoy trabajando), y necesito esos momentos de parón para poder alimentar mi garganta de nuevos cuentos.
No entiendo muy bien eso de “certámenes”. Hay muchos festivales de narración oral (es algo chocante lo de literatura oral: literatura viene de letra -escrita- y oral es... oral) en España, creo que de todos los grandes festivales me faltan uno o dos a los que asistir como participante, pero claro, yo no me presento ni me postulo ni envío publicidad, yo espero a que llegue a sus oídos la noticia de mi trabajo y consideren invitarme a participar en el festival.
Sobre lo de los certámenes, hay una especie de certamen para narradores orales que dura todo un verano en un pueblo castellano-leonés pero suena más a tener cuentos casi gratis todo el verano que a un certamen serio en el que se elige a un cuentista como ganador.
Empecé a contar profesionalmente (es decir, cobrando por ello) en 1994, así pues llevo 17 años contando como profesional. Empecé contando por aquí cerca (mi primera biblioteca fue Azuqueca de Henares), luego por Albacete, más tarde por el resto de Castilla La Mancha y, con el paso de los años, empecé a contar por otras comunidades. Creo que sólo hay dos comunidades de España en las que no he contado: Baleares y la Ciudad Autónoma de Melilla.
También, desde hace unos cuantos años, salgo afuera a contar: he ido en varias ocasiones a México y a Portugal, también he estado contando en Perú, Panamá, Costa Rica, Bolivia, Paraguay, Chile, Guinea Ecuatorial y Francia. En marzo estuve contando en Bélgica (un festival increíble, Alden Bielsen) y este abril contaré en Túnez.
Yo cuento para todo tipo de público. Empecé contando en institutos, para jóvenes, luego amplié el repertorio para contar a adultos y, finalmente, después de unos años de mucho leer y formarme, empecé a contar para niños. Cuando uno vive de esto tiene que tener un repertorio amplio para todo tipo de público.
Supongo que cuando hablas de los chavales te refieres a los jóvenes como vosotras. Os interesan el mismo tipo de cuentos que a mí cuando tenía vuestra edad y que a los jóvenes de hace treinta años... no hemos cambiado tanto: los centros de interés son los mismos. Fundamentalmente cuentos de humor, cuentos de miedo y cuentos picantes. En las sesiones con jóvenes yo cuento cuentos que aparecen en libros de los siglos XIII, XIV... lo dicho, no hemos cambiado tanto.
La verdad es que ese proceso es bastante complejo. Cuando yo empezaba con esto de contar cuentos tardaba mucho en “oralizar” (así es como lo llamamos) un cuento, la clave es pasar un texto que habitualmente habita en territorios de escritura a la tierra oral: las estrategias y recursos que se utilizan oralmente son diferentes a los que se utilizan cuando se escribe. Si no haces bien este trabajo cuando cuentas el cuento suena artificioso, lleno de aristas y ángulos. Suena falso.
Como te decía, al principio tardaba mucho en oralizar los textos. Pero con el paso de los años he ido adquiriendo habilidad y ahora me resulta muy sencillo.
El proceso consiste en, más o menos (es algo más complicado), descubrir y aprender los puntos imprescindibles del cuento, fijando la estructura interna del mismo (en tu memoria), para que la palabra pueda ir deslizándose libre siempre alrededor de ese mapa y sin pasar por alto esos puntos (que son la base del cuento). Lo que yo memorizo es la estructura interna, no el ropaje de palabras, las palabras con las que cuento el cuento siempre son distintas y varían en función de muchos elementos, por ejemplo, el público que escucha.
Por eso un cuento es diferente cada vez que se cuenta, y eso es una gran diferencia con respecto a los monólogos, que como guiones teatrales que son, son siempre iguales y no contemplan el humor contextual ni la libertad de palabra. Una sesión de cuentos de humor es más divertida que un monólogo, y más cercana, porque el cuento se apoya completamente en el público, el monólogo sólo lo necesita para reafirmarse.
Me gustaría pensar que a mejor. Sigo teniendo algo de aquel narrador ingenuo que era hace 17 años, pero he mejorado algunos recursos que ya apuntaba entonces: conozco mucho mejor los cuentos y el momento en el que se cuentan; he desarrollado mi intuición con el público y los cuentos que creo que le interesarán; sigo teniendo una buena agilidad para la improvisación y el humor contextual; me siento muy cómodo en el pequeño, íntimo, espacio de libertad en el que suceden los cuentos y, sobre todo, me siento muy seguro del poder de los cuentos y de la fuerza de la palabra. Creo que todo esto se refleja en mi trabajo diario. Soy un narrador con tablas que sigue soñando.
Ufff, difícil, muy difícil. Hay algunas historias que me acompañan desde hace muchos años, son viejas historias que a veces asoman y aparecen en una sesión tras muchos años sin ser contadas. Hay una que sí me resulta muy especial: La ola y la ráfaga, la primera historia que conté en público y que ha tenido, sin duda, gran parte de culpa de que yo esté dedicándome a este oficio.
No, claro. Me gusta también mucho escuchar. Y estar en silencio. Pero cuando estoy trabajando sí, sí tengo siempre algo que contar. Al menos hasta el día de hoy.
Hay algún proyecto que no termina de cuajar, quizás porque todavía no es el momento. Pero me gustaría contar algo potente y muy largo, a ser posible, clásico. Acaricio la idea de contar Tristán e Iseo, por ejemplo, o La Odisea. Sería maravilloso, pero necesito mucho tiempo para preparar algo así, y mucha concentración. Seguro que más adelante acabaré por hacerlo.
Otra cosa que me tienta mucho sería contar la guerra civil española, de hecho empecé a investigar y a preparar materiales... pero otra vez la falta de tiempo me hizo parar.
Ahora, cuéntanos sobre ti:
Es difícil eso de hablar de “los jóvenes”, como si fuerais todos iguales. Creo que vuestra generación está viviendo una revolución salvaje con internet y las redes sociales y los chat... pero también creo que no debéis dejar de preservar espacios para vivir (la vida real), la de mirarse a los ojos, charlar, reír, compartir, anhelar... y sobre todo creo que no debéis dejar de mirar más allá del momento, hay objetivos que sólo se consiguen a largo plazo y precisan de trabajo, empeño, tesón, esfuerzo, estudio...
Yo leo porque me da placer, me alimenta, me ilumina, me emociona, me entretiene, me hace soñar... leer para mí es una experiencia vital muy profunda. Me gusta la hondura de la lectura, la encuentro mucho más sabrosa que tantos destellos hueros y tanta letra vana y superficial que, cada día más, encuentro a mi alrededor (en internet, en televisión...).
Todos los cuentos llevan su carga de profundidad, todos dicen algo. Pero ya no llevan moraleja. La moraleja consistía en sacar fuera del cuento lo que el cuento quería decir por si no lo habías entendido, como si quien lo leía o lo escuchaba fuera tonto. Si yo contara un cuento a un joven de 14-15 años no le diría ninguna moraleja, preferiría dejar que el cuento hiciera su trabajo y que el muchacho sacara sus propias conclusiones.
Un saludo
Pep Bruno
Entrevista realizada por Nacho Alonso a Mariona Cabassa y Pep Bruno para el blog literario Fervenzas Literarias, enero 2011, con motivo de la recepción del III Premio Internacional Compostela de Álbum Ilustrado y la publicación de la obra ganadora: La familia C.
Puedes leer la entrevista en gallego, aquí.
LA FAMILIA C --- PEP BRUNO y MARIONA CABASSA
A Pep Bruno se le conocen múltiples facetas: escritor, editor y cuentista. En su caso qué fue antes, la palabra escrita o la oralidad?
Pep: A pesar de que he escrito siempre y que de pequeño tenía claro que quería ser escritor, realmente lo que me dio de comer ha sido contar. Lo que no me plantee nunca en la vida es que acabaría contando.
A la narración oral llegas -tanto en mi caso como con otros compañeros a los que he preguntado sobre esto- sin planteártelo. Todos hemos seguido caminos diferentes y de repente llegas a ser contador de historias. Es como si el cuento te hubiera escogido a ti, como si eligiera la boca donde quiere habitar.
Mariona, su formación es puramente en Bellas Artes. También le escogió a usted la ilustración de libros y el trabajar para el público infantil o fue premeditado?
Mariona: Bueno, de hecho mi formación (en la Escola Massana de Barcelona) fue primero en diseño gráfico. En tercer curso decidí cambiar a ilustración, completamente decidida a dedicarme al mundo del libro infantil. Es más, se puede decir que al principio de mis estudios solo pensaba en el libro infantil como soporte en el que trabajar, y de hecho mis primeros trabajos como profesional fueron libros infantiles ilustrados, pero a medida que pasaron los años mi trabajo se fue diversificando y comencé a trabajar en otros soportes, también para un público adulto.
Presentáis en La familia C dos historias paralelas: por un lado está la rutina diaria de una familia corriente (desayuno, leer el periódico, la escuela...) y por otro vemos la forma imaginativa de enfrentarse a ese mundo cotidiano. Aparece en este álbum ilustrado cómo hacer de la realidad ficción y de la ficción fantasía.
Pep: El álbum ilustrado como género tiene un gran potencial. Los primeros libros que escribí estaba muy clara la diferencia entre texto e ilustración, podías disgregar el uno del otro. En los últimos álbumes publicados esas dos líneas creativas confluyen.
Cada uno de los libros que escribo, al igual que sucede con las historias que cuento, tocan historias que me interesan. Es una proyección de todo lo que me preocupa, de mis inquietudes, lo que en realidad me emociona.
Creo que no solamente en La Familia C se ve una inquietud social, eso es un aspecto que aparece incluso en mis libros que en principio pueden parecer más peregrinos y rimbombantes. En todos ellos hay una historia, y en esa historia siempre hay una idea que subyace, una idea que me provoca y que me gustaría contar.
Mariona: Yo creo que justamente fue este aspecto del libro, planteado por Pep desde el inicio, lo que me atrajo de esta historia. Me interesan particularmente los libros donde se pueden tomar distintos caminos, donde hay una narración escrita y otra visual, o varias que se separan y se unen en distintos puntos. No todos los libros o historias lo permiten o lo necesitan, pero esta era premeditadamente así desde el comienzo y a mí como ilustradora, me ofrecía muchas posibilidades.
Eso queda muy bien reflejado en las ilustraciones, donde los personajes aparecen plenos de color frente al trasfondo rutinario del quehacer diario, representado por las imágenes de Mariona a través de tonos grisáceos.
Pep: En el caso de La familia C envié a Mariona tres folios de texto, de los cuales dos folios y medio eran sólo de notas, donde le explicaba cual era mi idea para este álbum. Los tonos grisáceos representan la rutina, el día a día. Sin embargo, vemos que el color es la ilusión, la fantasía, lo que los personajes imaginan y viven. El color es lo que hace que la vida tenga magia.
Explicar todo esto puede parecer sencillo, pero hacerlo de una forma sutil, que se haga visible, es un proceso muy interesante. Esta forma de trabajar comenzó con mi álbum anterior*, donde entre lo que tú cuentas y lo que el lector lee hay una tensión que no es real. Son dos discursos que sorprenden al lector cuando llega a la última página. Son álbumes que si los cuentas sin ver las ilustraciones parecen cosas diferentes.
Mariona: Pep me lo planteó así, como os cuenta, y a mí me pareció estupendo. El color para mí, desde pequeña, ha sido algo vínculado a la imaginación, la fantasía… El planteamiento de Pep no podía ser más acertado. Aunque no siempre la rutina es gris, sí creo que a veces nos olvidamos (las adultos principalmente) un poco de la otra parte, la representada por el color en este libro.
Separar ambos mundos a nivel cromático no me resultó difícil. Las ilustraciones están hechas, básicamente, con tres técnicas: acrílico, collage y digital. Las tres son, a mi parecer, muy plásticas y versátiles y, al menos a mí, me resulta fácil trabajar el color con ellas.
Casi todas las ilustraciones parten de una base de papel de tonos grisáceos sobre la cual fueron apareciendo los colores.
* Un loro en mi granja (Edelvives), IV Concurso Internacional Álbum Ilustrado Biblioteca Insular–Cabildo de Gran Canaria
Pep, indica usted en su blog que una vez que realiza el texto se lo pasa a Mariona para que realice las ilustraciones. Este es el cuarto trabajo que realizáis juntos. ¿Cómo elige a los ilustradores?
Pep: Yo conozco a Mariona porque el primer álbum que publiqué* fue con ella. En ese caso la editorial me habló de Mariona. Me comentaron que es una ilustradora que realiza un trabajo muy interesante y que sus ilustraciones quedarían muy bien con mi texto. Cuando vi su trabajo dije inmediatamente que sí, que quería hacer ese álbum con ella.
Los trabajos que salen a través de editorial tienen el problema de que existe muy poco diálogo entre autor e ilustrador. Sin embargo los editores sí que hablan mucho, tanto con el ilustrador como con el escritor. Podríamos decir que es un diálogo a tres bandas.
A mí me interesan estos libros que se presentan a los premios. Proyectos que realizas de tú a tú con la ilustradora. En el caso de La Familia C Mariona estaba en Barcelona, donde vive, y yo en Extremadura. Pasamos muchas horas colgados al teléfono hablando, intercambio ideas, discutiendo...
Como proyecto a mí me deslumbraba La familia C, pero necesitaba un ilustrador que me entendiera, con quien yo pudiera dialogar y que asumiera el proyecto sin distorsionar la idea original. Cuando hablo con Mariona y me envía la primera ilustración casi me vuelvo loco con la emoción. La idea puede parecer bastante sencilla, pero entre que surge la idea, la desarrollas y se realizan las ilustraciones La familia C tiene prácticamente un año de trabajo, pero el resultado sin duda mereció la pena.
Mariona: Trabajar con Pep….¡qué te voy a decir! ¡Es estupendo! Yo creo que es por la proximidad y confianza que hay, después de cuatro libros juntos. Yo creo que es una mente muy inquieta y propone muchas ideas. Aunque no todas aparezcan en el resultado final, esto es buenísimo para los primeros pasos de un libro.
Pep propone ideas, yo propongo otras tantas y luego charlamos y decidimos. No hay imposiciones, sino sugerencias.
En el caso de La Familia C, de todos modos, sí había unas pautas a seguir, porque si no el libro hubiera perdido el sentido, pero todo lo hemos hecho desde una gran flexibilidad.
* Conto para contar mentres se come un ovo frito, publicado por Kalandraka en 2002.
El recurso del circo, donde lo fantástico deviene en realidad, un mundo afín a la propuesta del libro.
Pep: El circo es parte de la idea original de La familia C. En el proceso de elaboración hablaba con Mariona sobre esto. La rutina es gris y lo que imagina la familia es de color. Aparecen los motivos de circo porque es un espacio de color, de imaginación, un lugar que es de la Tierra pero no es de esta Tierra: un lugar donde lo imposible se hace posible. El circo simbólicamente tiene una potencia increíble.
Cómo es el hecho de enfrentarse a un relato oral, donde puedes introducir detalles, alargar el relato, etc. y preparar un álbum ilustrado, con el texto al desnudo, breve... Donde el autor interactúa con el ilustrador.
Pep: Son mundos que prácticamente no se tocan, aunque parezca que tienen mucho que ver. Este tipo de cuentos pertenecen al mundo literario y al de la palabra escrita, al mundo del álbum ilustrado.
Cuando cuento oralmente procuro jugar con las herramientas que me ofrece la oralidad: el contexto, la palabra, los gestos... Lo escrito la realizas tú sólo en la soledad de tu casa.
Cuando el libro está en las librerías yo ya no puedo hacer más por él, mi tarea finalizó. Sin embargo, cuando cuentas es empezar de cero, todo es nuevo y diferente a la vez anterior.
¿En qué ha evolucionado tu técnica de ilustración desde ese libro primigenio hasta esta La familia C? ¿Qué es lo que aporta Mariona Cabassa a todas sus obras?
Mariona: Bueno…¡ha llovido bastante desde el Huevo frito! Yo creo que han pasado muchas cosas a nivel formal, sobre todo. Me he despojado de muchas manías, todos los ilustradores tenemos nuestros “tics”. Mi trabajo es menos barroco ahora, creo que hay algo más “limpio” en la forma y en el color. También le doy más importancia al dibujo, ahora lo veo como la base fundamental en lo que hago (al principio estaba solo preocupada por el color, la mancha)…
En común… la verdad es que no lo sé, siempre me ha parecido casi mágico que las personas que ven mi trabajo puedan identificarlo como mío. Supongo que en todo trabajo de un ilustrador, hay algo que va más allá de lo formal, y que no se puede explicar, pero que es su esencia, lo que conforma su estilo….
¿Cómo os sentís los narradores orales de hoy en día respecto a esas generaciones anteriores que eran auténticos expertos en contar historias? Sigue con vuestro trabajo la saga trovadoresca.
Pep: Los narradores tradicionales son para nosotros un modelo y un ejemplo. Nosotros retomamos un oficio que existe desde siempre: romanceros, ciegos, … toda esa gente eran cómicos de la lengua.
Nosotros estamos ahora retomando esa tradición, y no porque hayamos querido, sino que es el cuento quien tiene sus propias artimañas para seguir existiendo. El cuento sabe que mientras sigamos contando historias seguiremos siendo humanos, cuando dejemos de hacerlo nos convertiremos en monos. Cuando seamos monos el cuento desaparecerá y eso, al cuento, no le interesa.
Ganaron el III Premio Internacional Compostela de Álbumes Ilustrados que, además de la dotación económica, conlleva la publicación del libro en siete idiomas y la presencia de la familia C en las principales ferias internacionales. Dentro de vuestra amplia trayectoria ¿qué supone ganar este premio?
Mariona: Ganar un premio es siempre muy satisfactorio, es un reconocimiento a tu esfuerzo y dedicación. Este en concreto, a mí me hizo particularmente ilusión porque era con Pep, con quien hice mi primer libro, porque la editora es Kalandraka, quien publicó ese primer libro y me ha dado la sensación de ser un círculo que se cierra, un reconocimiento también a una trayectoria, la mía con Pep, como autores que han trabajado juntos a lo largo de los últimos diez años.
Pep: Después de saber toda la gente que se presentó al premio fue una sorpresa enorme. Es algo increíble el poder de convocatoria de este premio. Hablando tiempo después con amigos y con otros escritores que dicen haberse presentado al premio realmente para mí es una cosa insólita.
Personalmente es la confirmación de saber que tienes cosas que contar y que a la gente le interesa lo que tú cuentas. Cuando publicas el primer libro piensas: “Ya hice lo difícil, ¡publiqué! A partir de ahora tendré a todos los editores llamando a mi puerta”. Pero la realidad es otra, publicar el segundo fue tanto o más difícil que el primero. Cada libro que sale lleva mucho trabajo detrás. Cuando veo un nuevo libro publicado para mí es como recibir un premio.
[en un momento de la entrevista, en Ferrol, con Nacho Alonso. Foto de Paz, Kalandraka]
[Entrevista realizada por Roser Ros para el número 9 de la revista Tantágora, publicación dedicada a la narración oral, al cuento y los narradores. Otoño de 2009. oct09 DE CHARLA CON PEP BRUNO Hoy entrevistamos a Pep Bruno un cuentista y escritor nacido en Barcelona, en 1971, que vive en Guadalajara desde hace 30 años, y que acaba de ganar el IV Concurso Internacional de Álbum Ilustrado Biblioteca del Cabildo de Gran Canaria que edita Edelvives.
¿qué te consideras más: narrador, escritor, editor? Es como si me preguntaras qué me siento más: padre, amante o hijo. No veo que sea incompatible ser las tres cosas y sentirse las tres cosas. Es verdad que desde bien pequeño tenía claro que quería escribir, y esta vocación por la escritura me llevó al placer de la lectura y al gusto por las historias. Así pues primero fui escritor. Luego vino la narración oral. Ya en casa había tenido un maestro que no sabía que lo era, mi padre, un estupendo charlatán, un narrador espontáneo. Pero fue Guadalajara y su tierra abonada de palabras dichas la que me empujó a contar e hizo de ello mi oficio. Guadalajara con Blanca Calvo , Estrella Ortiz , el Seminario de Literatura y la Biblioteca Pública del Estado a la cabeza, claro. Así pues luego vino la oralidad. Y fue para quedarse, sin duda, porque si en verdad me siento algo es cuentista. Soy cuentista y vivo de contar cuentos. No puedo imaginar un oficio que me haga más feliz. Y finalmente fue la edición. Pero crear una editorial y ser editor ha sido más bien una necesidad: Palabras del Candil nace cuando descubres que no hay ninguna editorial interesada en publicar libros de y para narradores orales, de y para los amantes de los cuentos y de contar cuentos. Disfruto mucho editando, y aprendo mucho. Pero creo que, en puridad, no me siento editor, sino un cuentista que edita libros que le gustaría leer.
¿Cómo te sitúas tú dentro del colectivo de neonarradores de España? Yo diría que pertenezco a una segunda generación, la de los que empezamos a contar y a cobrar por ello a principios de los noventa. Antes que nosotros hubo precursores como Vicent Cortés, Estrella Ortiz , etc. No eran muchos, pero fueron capaces de ir abriendo espacios en los que la narración oral como oficio pudo desarrollarse. Luego vinimos nosotros (pienso en Félix y Pablo Albo , en Paula Carballeira , Cristina Verbena , etc.) y no solo encontramos lugares para contar, sino que también tuvimos modelos en los que apoyarnos para comenzar nuestra andadura en este oficio que, por aquel entonces, era casi secreto.
¿Qué tendencias, a tu parecer, se dibujan en la neonarración española actual? Yo diría que no hay escuelas definidas. Pienso que entre los profesionales se da una continua búsqueda de la propia voz: los hay que cuentan con objetos, los hay que buscan su estilo en la oralidad más o menos gestual, los hay que se apoyan en libros ilustrados… creo que no es esto lo que más importa. Lo que realmente da valor a lo que hacemos es la honradez: nuestra palabra se llena de sentido cuando es verdad. Y para que sea verdad nosotros tenemos que ser honrados: no puedes engañar contando cuentos, porque se nota. Contar es contarse. Y si lo que haces es mentira (porque no quieres contarte) las palabras son papel en blanco, son hojas muertas, son aliento huero. Así pues partiendo de la simple premisa que contar es contar, creo que lo importante no es tanto cómo cuentes sino que hayas llegado a esa forma de contar desde la propia búsqueda, desde la reflexión, y sobre todo, desde la verdad.
¿Cuáles son las relaciones (o las fronteras) entre la narración oral y la escritura? Oralidad y escritura son dos territorios diferentes. A veces hay puentes entre ambos, a veces comparten paisajes, pero son territorios distintos: utilizan recursos diferentes, suceden en espacios distintos, su pervivencia en el tiempo es también diferente, la relación escritor-lector y narrador-público es muy distinta. Desde luego el Pep escritor es distinto al Pep cuentista, y aunque a veces haya textos que se manejan bien en los dos espacios (escrito-oral), yo los percibo de muy distinta manera dependiendo desde la orilla en la que me encuentre.
¿Cuáles son las relaciones (o las fronteras) entre el teatro y la narración oral? Teatro y narración oral pertenecen al ámbito del espectáculo, y dentro de ese ámbito comparten recursos (escenarios, disposición del público, iluminación, etc.), pero luego cada uno tiene sus propias herramientas para desarrollarse. No es lo mismo ser Hamlet que contar Hamlet. Creo que la confusión entre narración oral y teatro es absurda, las líneas que las diferencian son bien claras. Una cosa es contar y otra es actuar, lo veo tan claro desde hace años que no entiendo a los que continúan con este debate. Conozco a buenos actores que también son buenos narradores, no sé qué problema hay si se conocen los diferentes rudimentos de cada oficio. Para mí un claro ejemplo es Paula Carballeira , excelente actriz y cuentista excelente.
¿Cómo se deviene en narrador oral? Es un asunto complejo. Creo que no eres tú quién elige el oficio, es más bien al revés: los cuentos te eligen. Pienso que como todo oficio artístico además de conocer unas herramientas debes tener unas aptitudes. Conozco a gente con mucho interés por contar, que asiste a muchos cursos y se esfuerza mucho pero no cuenta con las aptitudes imprescindibles para manejarse en el territorio de la oralidad, al menos no profesionalmente. Todo el mundo puede (y debe ) contar cuentos, pero no todo el mundo puede vivir de ello. Además como no hay un itinerario más o menos consensuado para la formación pues sucede que los caminos por los que se llega a la narración oral son muy variados. En mi caso, como dije anteriormente, gran culpa de ello la tuvo Guadalajara y toda la gente apasionada por los cuentos que allí vive.
¿Qué constituye tu repertorio a la hora de contar: cuento popular, cuentos de autor? En esto también voy trazando mi camino. Comencé contando mis propios cuentos, pero con el paso de los años son cada vez menos los cuentos que yo escribo para contar y más otros textos de los que me nutro. En la actualidad, y creo que en gran parte por culpa de la editorial, estoy ampliando mi repertorio con un montón de cuentos tradicionales. Y dentro de los cuentos para niños también utilizo muchos cuentos de autor: no suelo contar cuentos que los niños no puedan encontrar publicados, por si quieren acercarse después al libro. Sí, estas son las tres vías que uso para mi repertorio: los textos que creo (tanto de forma oral como escrita), los textos tradicionales y los cuentos de otros autores.
¿Siempre cuentas cuentos o utilizas otros elementos narrativos? Siempre solo cuento cuentos, no sé hacer otra cosa, aunque en algunos casos sean cuentos cantados o en verso o retahílas…Solo cuento cuentos, mi herramienta fundamental es la voz, como mucho puedo apoyarme en la ilustración, pero lo único verdaderamente importante para mi trabajo, lo único que verdaderamente me ocupa y preocupa, es la palabra dicha. |
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