Una mirada crítica a la autodenominada RED INTERNACIONAL DE CUENTACUENTOS

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Según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua la palabra “red” en su séptima acepción es definida como “Conjunto de elementos organizados para determinado fin”. 

En 2009 se creó la RED INTERNACIONAL DE CUENTACUENTOS, formada en sus inicios por Beatriz Montero, hasta entonces narradora del grupo Trapisondos, y su pareja Enrique Páez, escritor y tallerista. El presente artículo trata de analizar críticamente este entramado y ver si se ajusta exactamente a esta definición.

En sus inicios, cuando se creó la RED INTERNACIONAL DE CUENTACUENTOS (RIC a partir de ahora), se podía leer entre sus planteamientos que quería convertirse en una plataforma que agrupara a cuentacuentos de varios países para intercambiar experiencias, servir de escaparate y lugar de encuentro; loables intenciones. Sin embargo, transcurridos cuatro años de existencia ¿cuál es la realidad de la RIC? 

 

NO ES UNA RED NI UNA PLATAFORMA DE INTERCAMBIO

Una red es una estructura horizontal en la que sus miembros están interconectados en nodos que se comunican hacia todas las direcciones. Sin embargo, esto no sucede así en la RIC. Aquí nos encontramos una base formada por narradores que no toman decisión ninguna en cuanto a la organización y funcionamiento de la red ya que, por encima de ellos, están los coordinadores que deciden todo lo relativo a las actuaciones de este entramado. La información no fluye de manera horizontal, fluye de manera vertical, desde arriba hacia abajo, desde los coordinadores hacia la base de narradores.

Más que una estructura reticular, la RIC tiene una estructura piramidal. Y como tal, cuanto más grande es la base de narradores, más alto llegan los coordinadores. 

 

NO ES DEMOCRÁTICA NI HAY CAUCES DE PARTICIPACIÓN

Cualquier red, por modesta que sea, tiene unos estatutos que la rigen, un reglamento de régimen interno, unos cauces para favorecer la participación interna de todos sus miembros. No hace falta que echemos un vistazo a redes más complejas o consolidadas como la Red Española de Filosofía, podemos buscar un ejemplo bien cercano en otra red de narradores que desde 2008 se viene organizando en Europa: FEST Federation for European Storytelling, que ha llegado a agrupar en 2012 a más de cuarenta asociaciones, escuelas y festivales de narración de toda Europa. Esta red ha consensuado unos estatutos legales que sirvan de cauce de participación de todos los miembros, con pleno derecho a votar las cuestiones que la junta directiva plantee, de articular propuestas particulares que pueden ser asumidas por todo el colectivo, de elegir a las juntas directivas, etc.

La participación de los miembros de la RIC, sin embargo, es muy limitada: puede pedir que su blog sea añadido al megablog (cosa que tuvieron que cambiar porque al principio ni siquiera era así como se puede ver aquí), puede seguir a la RIC en Facebook, puede seguir a la RIC en Twitter (y pedir que la RIC le siga), puede participar en el grupo abierto de Facebook, y puede participar en las actividades que desde la RIC (o mejor, desde sus coordinadores) se proponen: Cuento en corto e Historias para cambiar el mundo. En esto consiste, para los coordinadores de la RIC, participar.

 

NO ES ABIERTA

No es abierta ni tampoco están claros los criterios de acceso a su listado de cuentistas o festivales: nadie ha debatido sobre eso ni sabemos la razón de por qué este sí o este no. En alguna ocasión se le ha pedido que exponga sus criterios de funcionamiento pero nunca hasta la fecha han contestado. Por todo lo expuesto, la RIC no es, en puridad, una red en la que sus miembros tengan una relación horizontal ni en la que participen. Y cuando alguien ha alzado su voz para manifestar su desacuerdo o su descontento, ha sido acallado. 

Esto se comprueba en el caso de Wayqui, un narrador peruano que no tenía claros los objetivos reales de este entramado y pidió darse de baja. Meses después seguía siendo un número más en la lista de narradores y, cuando volvió a insistir, no solo fue echado de la lista abierta de Facebook sino que fue, directamente, bloqueado. Puedes leer con más detalle todo esto en el blog de Wayqui.

No, no les gustan las críticas ni las voces disonantes, no les gusta que se hable de la RIC y se cuestionen sus maneras y sus modos de hacer. Esto se puede ver claramente en una entrada del blog de Enrique Páez.

 

NO SON CUENTOS, SON CUENTAS

La RIC se alimenta de números, ese es el verdadero objetivo de la red. En todas las comunicaciones de la RIC se citan siempre los números: ya somos más de “tantos” narradores de “tantos” países. En Facebook, en Twitter, en la web, en el blog... hasta en las discusiones externas que suceden en otros ámbitos (como por ejemplo aquí, en los comentarios y luego se citó aquí): ese es el argumento de peso que, se supone, avala a los coordinadores de la RIC y les abre todas las puertas. Los cuentistas que están en la base son lo que de verdad sostiene a sus coordinadores.

Y para que esos números se estiren y crezcan y brillen, todo vale.

Actualmente la cuenta dice que son más de mil narradores de cincuenta países, sin embargo, esto no es exactamente así.  Solo hay que echar un vistazo con un poco de detenimiento a la base de datos para ver que las cuentas no son claras. He aquí algunos ejemplos turbios:

  • Para empezar no todas las fichas son de cuentacuentos: Enrique Páez, escritor y tallerista, no lo es y sí está en el listado, a pesar de que afirman tener unos criterios serios a la hora de admitir a los cuentacuentos. 
  • Para continuar hay bastantes fichas duplicadas. Incluso de algún coordinador.
  • Por no hablar de fichas con nombres de los que no podemos saber nada porque el  enlace que se da es fallido: son solo un número más para la suma..
  • Hemos encontrado casos interesantes de narradores que cuentan en grupo y también cuentan individualmente: el grupo tiene una ficha y los dos miembros que lo componen tienen también sendas fichas, es decir: dos narradores que aportan tres fichas, o lo que es lo mismo: uno más uno igual a tres.
  • Hay incluso fichas de un mismo narrador que se encuentran en dos países.
  • Para terminar hay gente que solicitó la baja y, meses después, seguía contando como un narrador más. 

De cualquier manera, la cosa también resulta sencilla de comprobar: no hay más que entretenerse un rato y sumar los cuentistas que aparecen en la base de datos de la RIC  para ver que no coinciden con el número de la bandera. 

A todo esto hay que sumarle el nulo seguimiento de los miembros: uno puede pedir que le den de baja de la RIC, pero uno puede dejar el oficio y dedicarse a otra cosa y olvidar pedir que le den de baja y seguir apareciendo como un número más. Caramba, es que uno puede fallecer y seguir en la lista.

También hay oscuridades en la suma de los países, otro dato que siempre va por delante en el argumentario de los coordinadores.

  • Prácticamente el 50% de los narradores que aparecen en la RIC pertenecen a cuatro países.
  • Más del 50% de los países tienen cinco o menos narradores en su listado. Y de estos, más de un tercio tienen solo a un narrador. Pero parece que uno es suficiente, uno nos sirve para decir que esta red es internacional y tiene presencia en tantos países. Aunque no sea representativa de nada.
  • Tal es la obsesión por sumar países que uno puede encontrarse a una narradora nacida en otro país (y contando en otra lengua) y siendo la representante única de un país con gran tradición de cuentistas que no tienen conocimiento o interés por la RIC.

Si salimos de los ámbitos de “tantos” cuentacuentos de “tantos” países, también les gusta mucho invitar a los miembros a que participen en la RIC siguiendo la página o el grupo en Facebook o el Twitter de la casa, o decir que “tantos” narradores de “tantos” países se sumaron a sus dos propuestas de contar todos juntos un día o enviar vídeos con cuentos contados. Esas cuentas también cuentan para los coordinadores.

 

NO ES UN ESCAPARATE PARA TODOS SUS MIEMBROS (O AL MENOS NO LO ES EN IGUALDAD DE POSICIÓN)

En varios puntos de la página de la RIC se habla de los beneficios que esta aporta a sus miembros. Entre ellos se asegura que es un escaparate gratuito para los narradores del mundo. Sin embargo esto tampoco es exactamente así: desde la página de inicio hasta el último rincón de la web de la RIC es, en verdad, un escaparate para sus coordinadores, que son quienes tienen esta visibilidad. Solo en el inicio de la web, actualmente, hay cuatro vídeos de Beatriz y Enrique, que son la RIC.

Es verdad que quienes entran en la RIC tienen una ficha en la que pueden contar sus bondades como narradores. Pero es fácil imaginar que en ese mar de datos horizontales hay unos cuantos que destacan muy por encima de los demás: los de quienes se han autoerigido en coordinadores y representantes de todos.

Y por si esto fuera poco, solo hay que mirar con un poco de detenimiento la web: uno encuentra a cada paso referencias a los libros que han escrito los coordinadores, a las webs amigas que están encabezadas por las de los coordinadores, a las bibliografías plenas de libros de coordinadores, etc.

 

NO ES UNA PLATAFORMA PARA CONSEGUIR TRABAJO

No conocemos a nadie que nos haya dicho que gracias a la RIC tiene más trabajo, que se nota en su quehacer diario. Bueno, a nadie no, sí conocemos a alguien: a Beatriz y a Enrique. Desde que se autoerigieron en representantes de los narradores de la RIC tienen mucha tarea, vuelan por el mundo, cuenta (ella) en festivales mientras él imparte talleres. Y todo esto no parece ser debido a sus méritos artísticos exclusivamente, más bien debe apuntarse al estupendo tinglado que les sirve de escaparate para llamar a muchas puertas: la RIC es su su tarjeta de presentación, su oportunidad de trabajo.

 

NO VA A FAVOR DE LOS CUENTOS CONTADOS: SON OTROS LOS INTERESES 

Entre los objetivos de la RIC hay muchos muy loables (puedes echar un vistazo a su web, en las FAQ están detallados y además se pondrán contentos porque subirá el número de visitas). Sin embargo estos objetivos no se pueden lograr cuando la mirada está mediatizada, cuando solo si eres de los míos cuentas: incluir artículos de reflexión o bibliografías sobre el oficio de las que queden excluidas listas completas de autores, artículos, libros... fundamentales para el oficio solo porque no “me caen bien” o “no eres de los míos” es una extraña manera de hacer teoría o de tratar de promover el conocimiento de este oficio nuestro.

Ocurre además que en la web de la RIC hay una continua presencia (que genera gran confusión) de los textos escritos y los talleres de escritura. Sorprende que esto sea así en una web que aboga por los cuentacuentos profesionales. Sin embargo, no olvidemos que Beatriz y Enrique construyeron este edificio a su medida, y en él también tenía que caber Enrique y su Taller de Escritura (y los textos de sus alumnos).

 

NO ES REPRESENTATIVA

La RIC no nos representa, no representa a los narradores orales del mundo, ni siquiera es representativa en los países en los que hay más narradores en su base de datos. Por poner un ejemplo que conocemos bien, en España hay muchos cuentistas profesionales que no están en su base y que no quieren pertenecer a una autodenominada RED INTERNACIONAL DE CUENTACUENTOS: narradores que llenan teatros, que hacen giras por todo el mundo, que forman parte de la historia de la narración oral de este país y de muchos otros, no están en la RIC.

Es más, ni siquiera representan a los narradores que, en algún momento, decidieron entrar en la RIC, sencillamente porque nadie los ha elegido para ello.

 

CONCLUSIÓN

Por todo lo aquí expuesto pensamos que la autodenominada RED INTERNACIONAL DE CUENTACUENTOS no es tal, es, sencillamente, un entramado que persigue unos objetivos muy distintos a los que formula, una estupenda idea que ha sido retorcida hasta convertirla en otra cosa: un instrumento que solo sirve para el propio provecho de sus coordinadores y no ayuda a los narradores ni al conjunto de la profesión ni a los cuentos contados.

Sin embargo, y a pesar de todo esto, la RIC sí entraría en la definición de “RED” según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, pero no en su séptima acepción, la señalada al principio de este artículo, sino en otra más apropiada para la ocasión, la quinta acepción, esa que define la red como “Ardid o engaño de que alguien se vale para atraer a otra persona”.

 

Pep Bruno, Manuel Castaño y Carles García Domingo

noviembre de 2013

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