Pero ¿qué hacen los narradores y narradoras cuando no están contando?

En octubre de 2017 coordiné el Boletín de AEDA n.º 56 – Fuera de escena, dedicado a contar qué hacemos los narradores y narradoras cuando no estamos contando cuentos. Para no hablar sólo de lo que yo hago cuando estoy fuera del escenario pasé un cuestionario a varios colegas (Manuel Légolas, Laura Escuela, Elia Tralará, Carlos Alba, Estrella Escriña, Alberto Sebastián y Demetrio Aldeguer) con cuyas respuestas elaboré gran parte de los tres artículos que componían el boletín. 

Aquí os dejo todos los contenidos.

 

¿PERO QUÉ HACEN LOS NARRADORES Y NARRADORAS CUANDO NO ESTÁN CONTANDO?

 

Hay una parte de este oficio nuestro de contar cuentos que todo el mundo conoce o puede, fácilmente, imaginar: la del cuentista contando cuentos en un escenario delante del público en un teatro, centro cultural, biblioteca, colegio... Pero ese momento es apenas el final de un largo proceso en el que hay que dedicar mucho tiempo y energías a otras cosas que son, también, muy importantes.

En este artículo querríamos hablar de esa otra parte que se ve menos, de ese trabajo fuera de escena, de todas esas tareas y actividades que son también fundamentales para la realización de una una función de cuentos.

No se trata de detallar minuciosamente cómo es el trabajo que cada uno de nosotros realizamos, sólo pretendemos hacer visible esto que tanto tiempo nos ocupa a quienes nos dedicamos a contar cuentos de manera profesional. Para ello hemos escrito a unos cuantos cuentistas a los que preguntamos sobre su manera de organizar ese trabajo fuera de escena, podríamos haber preguntado a muchos más, pero este boletín tampoco quiere ser un estudio exhaustivo, sólo pretende abrir una puerta para ver qué están haciendo los narradores orales cuando no están contando y, a pesar de ello, están trabajando.

Las preguntas que les enviamos estaban organizadas en tres bloques de contenidos y eran orientativas, así que cada cuentista ha respondido a las que ha considerado o como le ha parecido. Estos son los tres bloques de contenidos:

  • LA BÚSQUEDA DE CUENTOS
  • EL TRABAJO CON LOS CUENTOS
  • LAS OTRAS TAREAS

Si pincháis en cada uno de ellos iréis al epígrafe correspondiente en el que hemos recogido toda la información recibida, ¡que ha sido muy interesante!

 

 


 

LA BÚSQUEDA DE LOS CUENTOS

 

Este epígrafe cuenta con tres apartados: una breve introducción (realizada por mí) y dos apartados más: Cuándo buscamos y Dónde Buscamos, que recoge y resume las respuestas obtenidas en los cuestionarios enviados a varios cuentistas profesionales.

 

Una breve introducción

Si hay algo a lo que dedicamos tiempo quienes hemos hecho de contar cuentos nuestra manera de vivir es a buscar historias para contar. La materia prima de nuestro trabajo son los cuentos, por eso la búsqueda (o creación) de buenas historias forma parte de nuestras tareas fuera de escena.

En principio son tres los tipos de historias que solemos contar: cuentos de la tradición oral, cuentos de autor y textos propios. A esto se pueden añadir otros tipos de materiales narrativos: historias de vida, otros textos de la tradición (retahílas, romances, brindis, trabalenguas, adivinanzas, sucedidos, cantares...), noticias y hechos históricos, mitos clásicos, etc. 

El proceso de búsqueda no termina cuando has encontrado un texto que consideras adecuado para contar, especialmente con los textos de tradición, pues estos han pervivido durante siglos en las voces de quienes los contaron antes, por eso a lo largo del tiempo se han ido diferenciando en variantes, esta es la razón por la que en muchos casos hay que seguir con una nueva búsqueda, en este caso entre las variantes, para ver cuál de ellas puede ser la que mejor se ajuste a tu voz narradora. Normalmente los cuentos tradicionales que conocemos están recogidos por folcloristas en colecciones y recopilaciones (libros y archivos sonoros, básicamente). Son pocos los casos en los que recogemos textos de la tradición directamente de los informantes para adaptarlos a propuestas escénicas, pero sí hay algunos narradores que así lo hacen.

Igual sucede con otros tipos de textos, por ejemplo cuando se cuentan hechos históricos es bueno articular el relato partiendo de distintas fuentes y buscando el rigor histórico y la calidad en las miradas; o por ejemplo cuando se cuentan cuentos de autor que han sido traducidos de otras lenguas las diferentes traducciones pueden sumar o restar al texto original.

El proceso de búsqueda es muy laborioso y en ocasiones resulta especialmente complejo, por ejemplo, cuando trabajamos con historias de vida hay que lograr que los informantes confíen en nosotros y accedan a contarnos.

Una de las cuestiones derivadas de la complejidad de la búsqueda de materiales narrativos es la cuestión ética: tan laborioso es este proceso, tan fundamental para quienes hacemos de contar nuestro modo de vida, que es reprobable que un profesional se apropie de alguno (o varios) de los materiales del repertorio de otro narrador. Entre profesionales la fuente del repertorio no debe ser otro profesional. Obviamente esto es una cuestión que atañe sólo a quienes vivimos de contar cuentos, el resto (público, profesorado, bibliotecarias, educadores...) bien puede dar aliento a los cuentos que escuchó y alimentar de esta manera la tradición oral.

 

Cuándo buscamos

Prácticamente todos los narradores encuestados coinciden en que la búsqueda es un proceso continuo: "Estoy todo el tiempo a la búsqueda" (Estrella Escriña); "La búsqueda de cuentos no se detiene. Siempre hay una parte del cerebro alerta con lo que puedes escuchar, ver, leer, que pueda incluirse en alguna sesión" (Laura Escuela); "Es algo que está presente de continuo y sólo dedico más tiempo cuando tengo que crear un espectáculo" (Carlos Alba); "La búsqueda de historias es una tarea fundamental, es una búsqueda continua" (Elia Tralará). 

Pero ¿cuánto tiempo dedican los narradores a leer para buscar cuentos?: "Si cuento todo el tiempo que paso leyendo en casa, leyendo y leyendo, sí que me puede salir ¿una hora, dos horas, de media al día?, es difíicl de calcular porque hay días que paso el día leyendo (10 horas) y otros que no leo..." (Demetrio Aldeguer); "En los momentos de mayor búsqueda pueden ser dos o tres horas al día" (Manuel Légolas).

Aunque sí hay momentos en los que se pasa menos tiempo buscando, estos son, obviamente, los periodos en los que hay más viajes y funciones: "El tiempo de lectura, de búsqueda y comparación de versiones, en mi caso es muy importante, y suelo dedicarme más a esto en épocas del año tranquilas en cuanto a funciones (agosto, septiembre, enero...)" (Alberto Sebastián); "Quizás dedique más tiempo a la búsqueda en los meses de enero a marzo y septiembre y octubre" (Carlos Alba); "Cuando más tiempo dedico a ello es en verano, quizás porque dedico menos tiempo a contar" (Elia Tralará); "No tengo un momento concreto, si bien los meses de menos trabajo son más propicios para la búsqueda" (Manuel Légolas). Aunque hay quienes no tienen esa estacionalidad: "Antes usaba septiembre para esto, ahora es un trabajo más continuo" (Estrella Escriña); "No hay un momento concreto del año pese a que hay meses más creativos que otros. Por ejemplo, los meses de diciembre, enero y el mes de agosto suelen ser buenos meses para la búsqueda" (Laura Escuela).

 

Dónde buscamos

De nuevo prácticamente todos los narradores que han respondido a la encuesta coinciden en dos lugares de referencia a la hora de buscar textos para contar: la biblioteca y las librerías. "Normalmente busco cuentos en librerías y bibliotecas. Librerías en las que a veces trabaja o tengo confianza para poder pasarme un par de horas mirando, rebuscando, opinando, recibiendo recomendaciones... Y en la biblioteca que hay cerca de mi casa, que ya tengo bastante trillada. A veces si paso cerca de alguna otra biblioteca, y si tengo un rato, me meto a curiosear y siempre encuentro algo nuevo, o mejor, algo viejo, porque a veces son cuentos viejos que ya no consigo porque están descatalogados" (Demetrio Aldeguer); "Busco en las bibliotecas donde tengo talleres fijos y en la librería Jarcha" (Estrella Escriña); "La búsqueda de cuentos la realizo en bibliotecas y librerías (sobre todo en librerías especializadas en literatura infantil)" (Elia Tralará).

No solo las bibliotecas cercanas son espacios de búsqueda, en general cualquier biblioteca en la que pasemos un rato (ya sea por trabajo, ya sea por otros motivos) se convierte en un lugar susceptible para seguir buscando historias que contar: "también en las bibliotecas de algunos colegios y en sus aulas a veces encuentro verdaderas joyas, casi siempre libros con más de 20 años y, por tanto, casi imposibles de conseguir" (Demetrio Aldeguer).

Pero hay muchos otros lugares para buscar historias, entre ellos destaca la biblioteca personal, la biblioteca que cada narrador se ha ido haciendo con el paso de los años y que suele contener libros fundamentales para cada cuentista, una exquisita biblioteca profesional: "Los cuentos con los que elaboro mis sesiones son de tradición oral. Los busco en recopilaciones de cuentos de todo el mundo editadas en castellano, aunque tengo algunas en inglés y francés. Me interesan tanto en ediciones recientes como más antiguas y descatalogadas que encuentro en librerías de viejo. Casi todos estos libros pasan a formar parte de mi biblioteca, de manera que con el paso de los años he reunido más de cuatrocientos. Esa es mi cantera." (Alberto Sebastián); "El lugar al que acudo habitualmente para buscar cuentos es mi propia biblioteca" (Carlos Alba); "Por supuesto en mi biblioteca particular y en la de Légolas" (Manuel Légolas).

Alberto cita a las librerías de viejo, y de la mano de esta referencia nos vamos a la red que es, cada vez más, un espacio de búsqueda, por ejemplo en webs con miles de catálogos de librerías de viejo, o "siguiendo los catálogos de las editoriales especializadas en álbumes ilustrados" (Laura Escuela), o siguiendo webs o blogs especializados en literatura infantil que incluyen "críticas y reseñas o artículos de fondo sobre autores". Es raro sin embargo que la red se convierta en una fuente de textos narrativos, aun así hay alguna cita al respecto: "Para las sesiones con adultos los cuentos suelen salir de lo que leo (libros o textos en internet) que voy organizando en una capreta como "pendiente de preparar"" (Laura Escuela). Y de la mano de la red nos acercamos a podcast de programas de radio en los que se habla de libros y cuentos, y, cómo no, nos asomamos a las revistas especializadas en libros, cuentos, oralidad... que hay en formato digital o en papel.

Hemos hablado de las librerías en general, de las de viejo y de las especializadas en literatura infantil, pero también hemos de incluir librerías en otras lenguas y en otros países, donde generalmente buscamos libros que todavía no han llegado a España o "buscando materiales para las sesiones en inglés" (Demetrio Aldeguer). 

Otro ámbito de búsqueda es la oralidad, claro: "Las historias para contar pueden surgir en cualquier conversación oída o tenida, sobre todo en el caso de adultos". (Carlos Alba).

No hemos hablado apenas en este proceso de búsqueda de la creación de textos propios o de la "reelaboración de motivos de cuentos tradicionales, de repensarlos para buscarles la dimensión escénica" (Carlos Alba), pero como os podéis imaginar este otro proceso (de búsqueda interior) es también bien laborioso.

 


 

EL TRABAJO CON LOS CUENTOS

 

Este epígrafe cuenta con tres apartados: una breve introducción (realizada por mí) y dos epígrafes más: Dónde trabajamos los cuentos y Cómo trabajamos los cuentos, que recogen y resumen las respuestas obtenidas en los cuestionarios enviados a varios cuentistas profesionales.

 

Una breve introducción

En este segundo artículo dedicado a la cocina del cuentista nos vamos a fijar en cómo trabajan los narradores con los cuentos elegidos para incorporar a su repertorio. Quizás pueda parecer que aquí hay menos homogeneidad que en el punto anterior (la búsqueda), pero si observamos bien las respuestas recibidas nos daremos cuenta de que todos realizan un proceso similar (aunque sea siguiendo caminos diferentes), todos buscan apropiarse del cuento, hacerlo suyo, porque sólo así, una vez hecho suyo el cuento, pueden contarlo. 

Esta apropiación tiene muchos momentos: comprensión del cuento, fijación de su estructura en nuestra memoria, acomodo a nuestra mirada y nuestra voz narradora... y es un proceso que, en realidad, no termina nunca pues el texto oral no deja de rehacerse y reajustarse. 

El tipo de memoria en el que se quedan los cuentos que preparamos es la memoria autobiográfica, la misma en la que almacenamos nuestros recuerdos (nuestra historia, lo que somos), por eso es tan importante apropiarse del cuento y hacerlo nuestro, pues de alguna manera vamos a habitar en él. 

Las consecuencias de todo esto son muy interesantes, aquí van unos cuantos ejemplos. Uno: al guardar los cuentos en la memoria autobiográfica los cuentos son parte de lo que somos (como nuestros recuerdos), y por eso de una forma consciente o inconsciente tratamos de contar cuentos que "piensan" como nosotros, que tienen una forma de entender el mundo como la tenemos nosotros (¿no os ha pasado que alguna vez os gustaría contar un cuento que chirría algo y no sabéis por qué?, posiblemente sea porque ese cuento, en el fondo, no piensa como vosotros). Dos: al compartir estancia con los recuerdos los cuentos actúan de manera similar, es decir, se van adaptando y cambiando (igual que cambian los recuerdos vividos para adaptarse a la imagen que vamos teniendo de nosotros mismos) y utilizan también recursos similares para "llenarse de sentido", me explico con un ejemplo: si tenemos un recuerdo pero hay algo importante de ese recuerdo que hemos olvidado tendemos a inventar, a rellenar ese hueco con algo que sea coherente con el resto del recuerdo y le dé sentido, exactamente hacemos igual con los cuentos, con las lagunas que puedan quedar o con las cosas que no comprendemos, las inventamos o modificados para que el cuento mantenga su unidad de sentido (y todo esto, generalmente, de manera inconsciente). Tres: este tipo de memoria trabaja con imágenes, así pues el proceso de apropiación de un cuento incluye la elaboración de una especie de storyboard, de una especie de película del cuento en nuestra cabeza, película que vemos siempre que contarmos (esto hace que el trabajo del narrador tenga mucho que ver con el de un director de cine). Cuatro: un cuarto y último ejemplo que podemos deducir de todo esto: se podría llegar a la conclusión de que para los narradores contar es una forma de recordar (algo vivido).

Todo este trabajo de apropiación se realiza, como podemos ver en las respuestas que nos han mandado los cuentistas consultados, en completa soledad (salvo en el caso obvio de personas que cuentan en grupo, como son Manuel y Carmen de Légolas CE). Una vez el narrador se ha apropiado del texto es el momento de contarlo, de articularlo con la propia voz narradora y desde una propuesta escénica. Y ahora, sí, en este momento, puede ocurrir que el narrador se sirva de miradas (y orejas) externas a él.

Y si en el proceso de internalización del cuento cada maestrillo tenía su librillo, en el de trabajo para la propuesta escénica los caminos son variados incluso para cada narrador, pues hay narradores que tienen propuestas escénicas bien diferenciadas en función de públicos, repertorios, proceso artístico, etc.

 

Dónde trabajamos los cuentos

Todos los narradores disponen de, al menos, un espacio propio para trabajar, ya sea un despacho, una sala de ensayo o un salón transformado. Algunos utilizan espejos, otros se graban, otros se cuentan y cuentan mientras hacen otras tareas, otros incluso escapan del despacho y salen al balcón, al patio o a pasear por el campo: "Normalmente preparo los cuentos en mi casa, en el cuarto donde tengo el material con el que trabajo, utilizo un espejo para practicar gestos, cómo sostener el libro, cómo funcionan las imágenes con respecto a lo que voy diciendo etc." Demetrio Aldeguer); "Es en casa donde preparo los cuentos, tengo un pequeño despacho con el ordenador, aunque también trabajo en el salón, con los libros más a mano y más espacio para extenderme, hablar, etc. De hecho cuando me encuentro en un proceso de creación de una sesión de bebés, por ejemplo, el salón se convierte, se reestructura y todo se llena de instrumentos, libros, objetos y demás cosas que pululan por la casa hasta que la sesión queda lista y todo vuelve a la normalidad." (Laura Escuela); "Mayormente en casa" (Estrella Escriña); "En un estudio en casa. También en un local de ensayo" (Carlos Alba); "Esta fase suele ser dura, sobre todo si lo hago en casa. Suelo ensayar en el salón de casa, retiro todos los muebles y lo cuento, lo cuento... A veces tengo la oportunidad de ensayar en un centro cultural, también sola, pero en un espacio escénico. Y otro lugar donde ensayo a veces es en el pueblo, en el recibidor de la casa de mi madre, que es muy grande; allí estoy muy tranquila y me puedo concentrar muy bien." (Elia Tralará); "Al trabajar con Carmen solemos hacerlo en nuestro local de ensayo." (Manuel Légolas)

 

Cómo trabajamos los cuentos 

Poneos cómodos y disfrutad ahora leyendo los distintos modos de hacer y trabajar que han compartido algunos de nuestros compañeros con nosotros:

"El trabajo de preparación de mis cuentos es siempre solitario. Lectura, escritura, pulido... todo eso lo hago solo. Cuando ya sé con qué versión voy a trabajar, me gusta aprehenderla mientras camino. A veces por casa, muy a menudo por la calle. Andar me ayuda a pensar. Una vez que tengo elaborada la versión y fijada la estructura del relato puede que lo cuente a alguien de máxima confianza, pero ni siquiera ocurre siempre. Lo más normal es que tras el trabajo de preparación el cuento vaya directamente a una sesión y que, a partir de ahí, siga trabajando con él añadiendo o quitando cosas, enfrentándolo al público. En mi caso esa también es una parte de enorme importancia. Las versiones definitivas de los cuentos que utilizo siempre se terminan de hacer en el escenario. En mi proceso de trabajo tiene tanto peso la labor "de mesa" como la información que saco de las  reacciones del público, y siempre es con eso con lo que el cuento acaba  fijándose, teniendo en cuenta que en mi caso un cuento nunca es algo estático y fijo, sino que es más algo vivo y dinámico." (Alberto Sebastián)

"Normalmente los leo y releo varias veces, los pienso mentalmente,  los escribo en papel, los digo en voz alta, a veces los grabo y escucho y me paseo por la casa contándolos… muchas veces añadiendo, diciendo o haciendo “tonterías” (por ejemplo, como si fuera un rapero, un macarra, poniendo acentos extranjeros etc., o diciendo cosas no aptas para público infantil), esto me relaja, y me hace encontrar otras cosas en los cuentos. Normalmente siempre hago esto solo. Alguna vez, en algunos espacios en los que tengo confianza he contado y mostrado cuentos que apenas he preparado o que me gustan pero no veo cómo contar, para que sea el público quien me guíe." (Demetrio Aldeguer)

"Cuando preparo las sesiones de bebés o familiares me las canto o cuento a mí misma, a veces grabo las canciones o pequeños poemas inventados en archivo de sonido y las comparto con algunos amigos que sé que pueden apoyarme. También cuento con gente de confianza para que me ayuden en las partes visuales/escenográficas y creativas a ese nivel. Es un trabajo solitario pero suelo apoyarme en gente. Los cuentos para adultos los preparo normalmente primero en el ordenador, cambiándolos, haciéndolos míos por escrito (escrito oral, no literario) y luego oralmente, contándolos varias veces. Suelo revisar y reestructurar lo escrito. Mi lugar preferido para practicar los cuentos para adultos es  contándoselos a las piedras de la orilla del mar en mi pueblo. Con el tiempo lo primero que se había escrito no sirve para nada y el cuento ha cogido otra forma, otro rumbo." (Laura Escuela)

"Cada vez me lleva más tiempo incorporar cuentos nuevos, paso mucho tiempo madurándolos en la cabeza, imaginándolos... Cuando empiezo a contarlos en voz alta me gusta hacer otra cosa a la vez: en general recoger la casa. Después sí que ensayo sola y en el proceso final los comparto con algún compañero. Los últimos años antes de poner a rodar un espectáculo nuevo he hecho unos ensayos con otros narradores como José Campanari o Magda Labarga." (Estrella Escriña)

"Cuando trabajo un nuevo cuento lo escribo, lo cuento, a veces me lo grabo, lo ensayo, lo cuento a mi hijo... Para el caso de espectáculos en los que se cuenta una sola historia, la reescribo continuamente hasta dar con el texto de partida. Normalmente trabajo solo para propuestas de narración y con compañeros para propuestas teatrales." (Carlos Alba)

"Yo trabajo los cuentos en varias fases. La primera, normalmente, y sobre todo en cuentos literarios, consiste en leerlo, comprenderlo, intentar tener clara la estructura y reescribirlo tratando de trasponerlo al ámbito de la oralidad. En una segunda fase me pongo a contar el cuento, normalmente a mí misma. Y mientras lo cuento voy fijando la estructura en la memoria, fijando algunas palabras, gestos, acciones, probando modos de contar, puntos de vista... Esta fase suele ser dura. Una vez tengo la estructura bien clara y el cuento memorizado, lo cuento. En principio lo cuento a grupos pequeños y gente de confianza, por ejemplo a mis sobrinos (cuando es para público infantil) o a un grupo de amigos de confianza, gente casi toda del ámbito escénico, (cuando es para público adulto). En todo caso me interesa mucho su mirada, sus aportaciones, y lo que, objetivamente, les parece el cuento tal como lo he contado (qué falla, qué está bien...)." (Elia Tralará)

"Nosotros tenemos toda una dinámica muy concreta. Al ser dos, antes de nada, tenemos que hablar de la historia, llegar a acuerdos, señalar el recorrido del cuento, hacer el collar de perlas y, sólo después, escribimos por dónde queremos ir con ese cuento. Luego nos lo contamos, lo oralizamos y ensayamos." (Manuel Légolas)

Esta es sólo una muestra, en este proceso solitario cada narrador tiene sus formas de trabajo, aunque, como señalábamos en la introducción al artículo, todos buscan unos mismos objetivos. Y aquí algunas fotos de algunos de los lugares citados en el artículo.

 

 


 

LAS OTRAS TAREAS

 

Este epígrafe cuenta con una breve introducción (realizada por mí) y varios epígrafes más que desgranan distintos tipos de tareas y que recogen y resumen las respuestas obtenidas en los cuestionarios enviados a varios cuentistas profesionales.

 

Una breve introducción

Esta introducción sí que va a ser breve porque, como en toda labor profesional ya sea artística o no, hay un montón de tareas que hacer para que el trabajo diario siga su curso, así pues la mayoría de estas "otras tareas" son comunes a muchos otros oficios y no precisan explicaciones previas.

Estas tareas son muy variadas y, en esta ocasión, las hemos agrupado en algunos epígrafes que nos han parecido de relevancia, aunque podría haber más puntos por detallar, por ejemplo, hay muchos narradores que colaboran asesorando en programaciones continuadas o en grandes eventos de narración o que, directamente, programan, y esto les ocupa también mucho tiempo, pero de ello no vamos a hablar aquí.

Veamos cuáles son los epígrafes, por qué los elegimos para esta encuesta y qué nos cuentan nuestros compañeros a través de sus respuestas.

 

Legalidad: cuentas, facturas...

Prácticamente todos los narradores contamos con el apoyo de un gestor profesional que nos ayuda con las tareas administrativas que se derivan de trabajar de manera legal (facturas, documentación para Hacienda, declaraciones...), aun así son muchas las horas que también dedicamos a estas y otras cuestiones relacionadas (petición y envíos de Certificados de estar al día con los pagos de Hacienda, Declaraciones a Terceros, Facturas de las funciones...).

Veamos qué nos cuentan nuestros compañeros: "Sobre la facturación, tengo una asesora que me lleva a cabo los trimestrales y la declaración de la renta, pero la contabilidad, presentación de facturas, etc. lo llevo yo. Todas las semanas ocupo un tiempo a organizar las facturas, a entregarlas en el lugar donde he trabajado, etc., a veces tengo que ir dos veces al otro lado de la isla: una vez para trabajar y otra para entregar la factura. Es frustrante y quita mucho tiempo. Luego, a final de trimestre envío las facturas a mi asesora, me presenta el 420 y listo." (Laura Escuela); "El lugar donde llevo a cabo las tareas más "administrativas" es el mismo que donde preparo mis cuentos. En este caso frente al ordenador. A facturas, cuentas y cuestiones legales dedico el mínimo tiempo posible. Al final de cada trimestre y con ayuda de un gestor. " (Alberto Sebastián); "Al asunto de las cuentas, facturas, etc. dedico una mañana de media a la semana, y eso a pesar de que cuento con un gestor para echarme una mano" (Estrella Escriña); "Papeleos, redes sociales, presupuestos, llamadas, facturas... puede suponer más o menos un 50% de mi tiempo como narradora, el resto está dedicado a búsqueda, ensayos, desplazamientos y sesiones mismas. Así que sí, considero que esto forma parte de mi trabajo como narradora porque no puedo permitirme tener un manager. Para las cuentas tengo la ayuda de una gestora (trimestres, declaración de la renta...)" (Elia Tralará); "Hago mis tareas administrativas en el estudio donde tengo el ordenador. Entiendo que esto forma parte de mi trabajo pero es lo que menos me gusta. Lo hago solo, no tengo un gestor, y suelo ser más o menos sistemático, yo diría que dedico una jornada de trabajo por trimestre y otra jornada anual para la declaración de la Renta." (Carlos Alba); "Nosotros tenemos las tareas repartidas, así que al tema de facturas y demás papeleos legales dedico poco o nada de tiempo, se ocupa Carmen o, en su defecto, nuestro gestor" (Manuel Légolas); "Las cuentas es algo que llevo fatal y eso a pesar de que tengo un gestor" (Demetrio Aldeguer).

 

Elaboración de presupuestos o proyectos, responder emails, atender llamadas, organizar giras...

Atender llamadas, responder emails, elaborar presupuestos (que pueden o no terminar en trabajo), redactar proyectos, elaborar carteles de las funciones, asistir a reuniones, etc., forma parte de nuestro día a día (insisto, como del día a día de muchos otros profesionales de ámbitos similares o distintos al nuestro). Así nos lo cuentan nuestros compañeros: "En llamadas, presupuestos y mails el tiempo que invierto depende mucho de la época del año. Mucho más en temporadas de más trabajo (otoño, primavera), por supuesto, igual que en planificar viajes, alojamientos y bolos. Hay periodos es los que parece que no hay horas suficientes en el día y otros en los que todo se hace con  mucha más tranquilidad." (Alberto Sebastián); "Todas estas cosas y alguna más como preparar publicidad, carteles de las funciones... sin duda las considero como parte de mi trabajo" (Demetrio Aldeguer); "La elaboración de presupuestos, carteles para las sesiones (con sus debidas instrucciones, direcciones, etc.), emails, llamadas de trabajo, respuestas por facebook de diferentes consultas, etc. ocupa aproximadamente una hora y media cada día." (Laura Escuela); "Yo dedico al menos una mañana a la semana para elaborar presupuestos, atender llamadas, responder emails..." (Estrella Escriña); "Dedico a todo esto una mañana a la semana como mucho" (Carlos Alba); "Depende de la época del año. Pongamos una media semanal de septiembre a junio de unas tres horas." (Manuel Légolas).

Y cuando el trabajo es en firme y nos va a ocupar unos cuantos días, eso también significa que hay que organizarse (como ya nos avanzaba el comentario de Alberto), al menos en la mayoría de los casos: "Dedico unas dos horas de preparación por gira" (Carlos Alba); "Cuando tengo que salir suelo dedicar como mucho una mañana a la semana para preparar ruta, alojamiento, etc." (Estrella Escriña); "No suelo tener que planificar viajes, rutas o alojamientos porque suelo trabajar en mi propia isla. Cuando lo hago, es poco tiempo el que tengo que dedicar a organizar estos asuntos. Puede que en una o dos tardes pueda organizar los asuntos externos si tengo que salir a contar fuera de la isla dos o tres veces al mes." (Laura Escuela); "Cuando trabajo fuera suelo ir sobre la marcha y apenas planifico nada" (Demetrio Aldeguer).

  

Web, blog y redes sociales

No parece que hoy en día haya que argumentar sobre la importancia de la web/blog en cualquier oficio: internet se ha convertido en un escaparate global en el que mostrar qué y cómo hacemos, cuándo y dónde lo hacemos, y también cómo contactar con nosotros. La web y el blog dan estabilidad a los contenidos que aportamos (artículos, vídeos, agenda, información, etc.), pueden ser un lugar en el que reunamos toda la información relevante que vamos generando, nos posicionan en los buscadores, etc. Y por otro lado están las redes sociales, especialmente Facebook y Twitter, que nos ayudan a dar visibilidad a esos contenidos y a interactuar con público de las sesiones, gente interesada, curiosos, programadores...

E igualmente, las webs, blogs y redes de los otros pueden servirnos también para informarnos sobre el trabajo de otros compañeros, si vienen a contar cerca de donde nosotros vivimos, si han escrito algún artículo de interés reflexionando sobre el oficio... 

Siendo como parece algo importante para cualquier trabajo nos encontramos que en este oficio nuestro la atención y dedicación a estos asuntos es bastante variable, veamos algunos ejemplos: "Dentro de mi trabajo de narradora, las redes, la agenda en la web y el blog son parte esencial. De manera sistemática cuelgo en la página de facebook la agenda y en esta los carteles de las diferentes sesiones. Normalmente lo exigen porque muchas de ellas llevan inscripción. A finales de mes cuelgo la agenda en la web tratando de que toda la información esté correcta y completa, con lo que los últimos días del mes suelen estar concentrados en corroborar que toda la información de TODAS las sesiones del mes siguiente está clara, tengo o puedo preparar los carteles necesarios, etc." (Laura Escuela); "En cuanto a las redes sociales prácticamente sólo utilizo Facebook, a pesar de tener cuentas en Twitter y Linkedin. El motivo es porque Facebook me ocupa ya bastante tiempo (y eso que no hago entradas a diario). Para mí Facebook además de una herramienta para mi promoción también es una herramienta para informarme de cómo están las cosas en el mundillo de la narración y el teatro. Lo considero parte del trabajo de narradora." (Elia Tralará); "Reconozco que no dedico tiempo a la web. Un poco más a las redes, pero tampoco es algo en que me ocupe mucho ni de forma sistemática." (Alberto Sebastián); "A la web y las redes sociales dedico algo más de una hora cada dos o tres días. Aunque no suelo cuantificarme el tiempo sino que voy trabajando en función del trabajo y proyectos que voy teniendo. Lo considero parte de mi trabajo pero, junto con la tarea administrativa, es la que menos me gusta" (Carlos Alba); "Dedico a la web y las redes menos tiempo del que debería, unas dos horas a la semana" (Manuel Légolas);  "Dedico muy muy poco tiempo a la web y las redes sociales, quizás una hora a la semana como mucho. Aunque considero que sí forma parte de mis tareas como narradora no me dedico a ello de manera sistemática, siempre pasa a un segundo plano y lo hago cuando tengo tiempo o es imprescindible" (Estrella Escriña); "A mi web y redes sociales les dedico unos 5 minutos a la semana, siendo generoso" (Demetrio Aldeguer). 

 

Formación continua (asistir a cursos, seminarios, leer teoría...) y ver a otros narradores

Entre estas otras tareas los narradores dedicamos también tiempo a la formación continua y a ver el trabajo de otros compañeros (esto es también una manera de aprender). El problema reside en que, en muchos casos, es difícil ver a nuestros compañeros porque o trabajan lejos de donde estamos o lo hacen a las mismas horas a las que nosotros trabajamos. A pesar de ello todos los narradores entrevistados afirman que sí dedican tiempo a ambas cosas, aquí va una muestra: "Además, cada año, hago cursos de formación anual, como teatro, clown, música, idiomas… que me llevan varias horas semanales (entre 6 y 8 horas por semana) y algunos esporádicos de fin de semana. Tengo la suerte de que hacer esos cursos, ir a ver a otros narradores, buscar y leer libros de teoría... son cosas que me gustan, disfruto y que forman parte de mi labor profesional mientras que para otros (no cuentistas) es algo que hacen en su tiempo de ocio" (Demetrio Aldeguer); "En cuanto al tema de la formación sí, dedico tiempo a seguir formándome, por ejemplo suelo ir a la Escuela de verano de AEDA, pero es que además dedico tiempo a lecturas relacionadas con nuestro oficio u otros conocimientos que pueden servir, como cantar para trabajar la voz." (Estrella Escriña); "Yo sí dedico tiempo a formarme, voy a la Escuela de verano de AEDA, hago formación continua de otras disciplinas como voz, ukelele... cursos puntuales como uno que hice este año de poesía, etc. También asisto a funciones de otros compañeros, ya sea narración oral o teatro" (Elia Tralará); "A ver a otros compañeros dedico menos tiempo del que me gustaría. Por un lado los horarios coinciden muchas veces con sesiones mías. Por otro, en Asturias no hay sesiones para adultos, sólo las hay infantiles. Aún así acudo todo lo que puedo a ver compañeros, me parece importante ver lo que hacen los demás. Y sí, dedico tiempo a formarme, me parece muy importante la formación continua, algo que yo identifico también con el entrenamiento actoral. Acudo dos veces por semana a sesiones de entrenamiento dirigidas por Luis Vigil (de Kamante Teatro, actor, director y ocasionalmente también narrador), entreno también por mi cuenta todo lo que puedo y, algún año, me embarco en otros poryectos de formación, en el aspecto musical o en el de la conciencia corporal." (Carlos Alba).

 

Y aquí termina esta serie de tres artículos hablando sobre esas otras cosas que hacemos los cuentistas cuando no estamos en escena. Antes de terminar aquí os dejamos algunas fotos de los lugares citados.